En mis casi 20 años como terapeuta especializada en adolescentes, he conocido de primera mano y tratado a chavales con diversos trastornos de conducta. En muchos casos, estas situaciones son difíciles de gestionar por parte de su familia más cercana.
Ciertamente, los trastornos de conducta pueden ser motivo de inquietud para los padres, especialmente cuando afectan a sus hijos en la etapa de la adolescencia. Estos trastornos, que se manifiestan a través de comportamientos como impulsividad, agresión, dificultad para seguir reglas y conflictos sociales, pueden influir significativamente en la vida cotidiana, las relaciones interpersonales y el bienestar general de los adolescentes. Reconocer las señales de estos problemas es fundamental para proporcionar el apoyo adecuado desde el principio.
¿Qué son los trastornos de conducta y cuáles son sus posibles causas?
En esencia, los trastornos de conducta se definen como patrones frecuentes de comportamientos disruptivos que persisten durante al menos seis meses. Estos comportamientos pueden abarcar desde dificultades de atención hasta impulsividad, hiperactividad y desafío a las normas establecidas. En la adolescencia, los diagnósticos más comunes incluyen el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno de conducta y el trastorno negativista desafiante (TND). Estos trastornos pueden afectar negativamente el rendimiento académico, las relaciones interpersonales y la adaptación social de los adolescentes, y si no se abordan adecuadamente, pueden persistir hasta la edad adulta, dificultando el mantenimiento de relaciones saludables y la inserción laboral estable.
Los trastornos de conducta pueden tener su origen en múltiples factores. Por un lado, existe una predisposición genética que puede aumentar la vulnerabilidad a estos trastornos. Sin embargo, el entorno familiar y el estilo de crianza también juegan un papel crítico en su desarrollo. Los adolescentes que provienen de hogares con relaciones familiares poco afectivas, con falta de límites claros o que han experimentado situaciones de abuso físico, emocional o sexual, tienen un mayor riesgo de desarrollar trastornos de conducta. Asimismo, las compañías con las que se relacionan pueden influir en la manifestación y exacerbación de estos problemas durante la adolescencia.
Los trastornos de conducta más comunes en adolescentes
Ahora, veamos cada uno de los trastornos de conducta mencionados en contexto:
Trastorno de conducta
En primer lugar, el trastorno de conducta básico se caracteriza por un patrón persistente de comportamientos antisociales, desafiantes y poco empáticos. Los adolescentes con este trastorno pueden manifestar conductas como agresión física o verbal, vandalismo, mentiras y manipulación. La falta de habilidades para regular las emociones, especialmente la ira, es un factor que contribuye significativamente a la aparición de estos comportamientos. Por lo tanto, identificar estos signos en la adolescencia es crucial, ya que el tratamiento temprano puede ayudar a mitigar los efectos negativos en el desarrollo social y emocional del adolescente.
Trastorno negativista desafiante (TND), uno de los trastornos de conducta más preocupantes
Aunque es común que los adolescentes desafíen la autoridad, el trastorno de negativista desafiante presenta características distintivas que lo diferencian de comportamientos típicos de rebeldía. Este trastorno, que suele manifestarse desde la infancia, se caracteriza por la resistencia constante a cumplir reglas o solicitudes, discusiones frecuentes con figuras de autoridad y comportamientos deliberadamente molestos hacia los demás. En la edad adulta, estos síntomas pueden traducirse en resentimiento y resistencia a la autoridad y dificultades para manejar críticas o adversidades en el entorno laboral.
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)
Por su parte, el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es una condición que puede manifestarse en la adolescencia con una serie de señales que los padres deben observar atentamente. Si tu hijo/a adolescente muestra dificultad para concentrarse en la escuela, un descenso en sus calificaciones o comportamientos hiperactivos, podría ser una señal de alerta.
Los síntomas comunes del TDAH incluyen impulsividad, falta de concentración, problemas para administrar el tiempo y cambios de humor repentinos. Además, los adolescentes con TDAH pueden tener un umbral de frustración bajo y problemas para gestionar el estrés, lo que puede complicar aún más su vida en la edad adulta.
Adicción conductual
A menudo, la adicción conductual es un trastorno pasado por alto. En esencia, es una preocupación creciente entre los adolescentes. A diferencia de la adicción a sustancias, la adicción conductual se refiere a la compulsión de participar en actividades gratificantes no relacionadas con drogas o alcohol, pero que pueden tener consecuencias perjudiciales. Los adolescentes pueden volverse adictos a actividades como los videojuegos, el uso excesivo de Internet, las compras compulsivas, los atracones de comida o comportamientos riesgosos. También pueden desarrollar adicción a las redes sociales. Estas adicciones pueden interferir significativamente en su funcionamiento diario, su rendimiento académico y sus relaciones interpersonales.
¿Qué puedes hacer como padre/madre?
Como padre o madre preocupado/a por la salud y el bienestar de tu hijo/a adolescente, es esencial tomar medidas proactivas si sospechas que tu chaval/a está experimentando cualquiera de estos trastornos o adicciones conductuales. Reconocer los signos tempranos y buscar ayuda profesional son pasos cruciales para intervenir de manera efectiva y brindar el apoyo necesario.
En este sentido, familiarízate con los síntomas y señales de alerta asociados con el trastorno de conducta, el TDAH, el TND y las adicciones conductuales. Mantente atento/a a cualquier cambio significativo en el comportamiento de tu hijo, especialmente en su desempeño escolar, relaciones interpersonales y hábitos diarios.
Una vez que hayas identificado posibles problemas, no dudes en buscar ayuda de profesionales de la salud mental. Un psicólogo clínico especializado en adolescentes puede realizar una evaluación exhaustiva y proporcionar un plan de tratamiento personalizado que se adapte a las necesidades específicas de su hijo.
Aparte de lo anterior, como padre/madre, es fundamental mantener una comunicación abierta y comprensiva con tu hijo adolescente. Fomentar un ambiente de confianza y apoyo facilitará que tu chaval/a se sienta cómodo compartiendo sus preocupaciones y buscando ayuda cuando sea necesario.
Más aún, considera la posibilidad de participar en terapia familiar o grupos de apoyo para padres, donde puedas obtener orientación y apoyo adicional de otros que estén pasando por experiencias similares.
La terapia es la mejor opción
Recuerda que la intervención temprana y el tratamiento adecuado pueden marcar una gran diferencia en el bienestar futuro de tu hijo/a. No esperes a que los problemas empeoren antes de buscar ayuda. De hecho, la terapia siempre es una opción positiva y puede proporcionar las herramientas y estrategias necesarias para que tu chaval/a adolescente supere los desafíos y alcance su máximo potencial.
A los efectos, estoy a tus órdenes. Soy Merche Cimas, psicóloga clínica especialista en terapias para niños y adolescentes. Te ofrezco un método terapéutico corto y efectivo con el que podrás notar cambios significativos en el comportamiento de tus hijos. ¡Solo seis semanas son suficientes! ¡Te lo garantizo!
Y si tu chaval/a no quiere venir a la consulta, no te preocupes. Podemos trabajar con la terapia indirecta para adolescentes, en la que tú y el resto de la familia pueden actuar como co-terapeutas y obtener los mismos buenos resultados. ¡Juntos podemos hacerle frente a cualquiera de los trastornos de conducta de tus hijos! Contáctame para consultas presenciales en Palma de Mallorca o mediante vídeollamada.